Clavás
tu norte en el pecho de alguien,
aún confiás en brújulas en mares secos.
Afuera todo sigue dando vueltas
tumultuoso es el destino marcado.
Mis dedos cosquillean ;
huelo la putrefacción de mi cuerpo.
una escena más y se termina;
pantomima de un burlesque cotidiano.
Mi lengua se duerme;
Gestos incordies con tus rígidas manos
¿Qué sabor tiene el último aliento?
No le das, siquiera, lugar físico a tu novela,
navegás tratando de evitar puerto para
atracar.
Ivan sentía gusto a podrido en su boca,
el mismo gusto que empezás a sentir.
El reloj va cerrando su hora,
O tal vez
mis ojos vayan cerrándolo.
Gastón Pigliapochi
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